jueves, 11 de febrero de 2010


El director de la revista litúrgica mensual ‘La Liturgia Cotidiana’, Padre Hernán Pérez Etchepare, en su Editorial del mes de febrero de 2010 titulada ‘La patria del exilio’, hace un interesante comentario acerca de los ‘desencuentros que no han posibilitado que tengamos un proyecto de nación’. Quisiera compartir con ustedes el texto que nos permite reflexionar y, sobre todo, pensar si nuestras palabras, obras y pensamientos colaboran para forjar una Patria mejor.

La patria del exilio

Por el P. Hernán Pérez Etchepare

Es doloroso constatar que en nuestra patria durante todas las décadas hemos exiliado a nuestros compatriotas.
En estos doscientos años de existencia se han producido cantidades de desencuentros que no han posibilitado que tengamos un proyecto de nación: La guerra entre unitarios y federales, el acuerdo de gobernadores, el voto cantado, las luchas sociales reprimidas, los populismos demagógicos, los golpes de estado, la desaparición de personas, la bicicleta financiera, la fuga de capitales, la fuga de cerebros.
En esta hecatombe por querer encontrar un rumbo, se fundieron miles de industrias y ahora le toca al campo y a los recursos naturales…
Antes las personas abandonaban nuestro país por cuestiones ideológicas, hoy lo hacen por razones económicas porque no hay lugar para desarrollarse en nuestra tierra, porque ningún emprendimiento funciona como debería y la mayoría de los que se quedan en el país tienen trabajos que no les gusta, sin mucho futuro, mal remunerados y con servicios deficientes. Toda quiebra que realizan ‘las malas políticas’ es un ‘negocio’ a muy corto plazo que nos hunde cada vez más.
¿Por qué poseemos esta mentalidad cortoplacista de no valorar lo que tenemos, de no hacer un proyecto que incluya a más personas y de que no sea clientelista? ¿Por qué no nos ayudamos a promover emprendimientos sustentables a largo plazo? ¿Por qué no recuperamos el crédito para desarrollarnos? ¿Por qué vivimos en una crisis permanente?
La mayoría de los habitantes descendemos de inmigrantes que también fueron exiliados por el hambre y en vez de entender la posibilidad hermosa de compartir nuestras riquezas, todas nuestras diferencias y culturas, muchas veces, nos vivimos descalificando y sin planificar seriamente las actividades. Nos hicimos en la improvisación y en la sagacidad por depredar lo que tenemos cerca.
De esta manera terminaremos todos en la calle peleando en manifestaciones que no conducen a ningún lado.
Necesitamos un encuentro entre todas las fuerzas vivas de nuestra sociedad para que todos pongamos nuestro grano de arena en la construcción de una Nación para todos.
Necesitamos educarnos para el diálogo sino viviremos siempre en el exilio.

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