jueves, 1 de octubre de 2009

Exhortación de nuestro Arzobispo


La Iglesia y el deseo que Corrientes sea la 'Casa de Todos' y no de algunos

“La casa de Corrientes y sus contornos quiere ser la casa de María, donde pueblo y autoridades renovamos nuestro compromiso de hacerla casa, donde quepan y vivan dignamente todos sus hijos e hijas”, dijo el Arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik, en su homilía con motivo de la celebración de Nuestra Señora de La Merced.

Existen dos grandes signos de fe que tiene el correntino: la Cruz de los Milagros y la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí. Ellos, precisamente, vienen iluminando este caminar hacia el Centenario de la Diócesis de Corrientes.
Es difícil pensar que, bajo esas expresiones de fe, muchos hermanos nuestros hoy no se sientan cómodos ‘viviendo’ o bien excluidos en esta casa grande llamada ‘nuestra querida Corrientes’.
Es que el egoísmo, el interés personal, el orgullo, la vanagloria, y otras tantas actitudes perversas del hombre, son los que contribuyen para que ‘no todos’ se sientan cómodos bajo un mismo techo.
En un párrafo de la homilía de nuestro Pastor, monseñor Andrés Stanovnik, con motivo de la celebración de Nuestra Señora de La Merced, se refirió, precisamente, a que todos los correntinos tienen ‘una gran responsabilidad’ para que Corrientes sea la ‘casa de todos’ y no de algunos.
Esta exhortación estuvo dirigida, no solamente para aquellas personas que cumplen el ejercicio de la función pública, sino también al ciudadano en general.

La verdadera autoridad
Por eso es importante –como lo resaltó nuestro Arzobispo- que “la verdadera autoridad se reconocerá allí donde hay sacrificio sincero por el bien del prójimo y por el bien común. El autoritarismo –prosiguió- es precisamente lo contrario: sacrificar a los demás en función de intereses propios”.
Es hora de preguntarnos, con la mano en el corazón, si ejercemos algún tipo de autoridad, si existe en ese servicio la palabra ‘sacrificio’, es decir, pensar constantemente en el otro.
“La casa de Corrientes y sus contornos –dijo más adelante el prelado- quiere ser la casa de María, donde pueblo y autoridades renovamos nuestro compromiso de hacerla casa, donde quepan y vivan dignamente todos sus hijos e hijas”.
Cada uno de los ciudadanos, en especial aquellos que tienen por encargo una función pública que cumplir, deberían trabajar para que todos nos sintamos confortables ‘en esta casa’ y no donde algunos sólo lo vean ‘desde el patio’.

Una vida digna
Todos, como hijos de Dios, nos merecemos llevar una vida digna. Y llevar una vida digna es lograr que en la casa “no haya un solo niño o niña desnutridos y ninguno en la calle, cuando debería estar en la escuela; donde los padres, tutores y maestros, que son sus autoridades respectivas e inmediatas, se distingan porque los aman hasta el sacrificio de sí mismos, y encuentran tiempo para estar con ellos”, sostuvo el Arzobispo.
Por su parte Monseñor Andrés exhortó también para que nuestros adolescentes y jóvenes logren identificarse con “conductas ejemplares y coherentes en los adultos, sentirlos cercanos, responsables en señalarles los límites y sabios para acompañarlos y orientar sus vidas”.
Asimismo, también pidió que Corrientes sea una casa “donde la autoridad no se degrade en altercados inútiles, dé ejemplo de respeto mutuo y de laboriosidad; sea transparente y austera en su gestión pública y en su vida privada”. Misión nada fácil pero que con la gracia de Dios sí se puede concretar.
No debemos perder más tiempo. Así lo entiende nuestro Pastor: “Nuestra responsabilidad no admite más dilación: autoridades y pueblo, en ese orden de correlación y responsabilidades, como sucede en cualquier familia que quiere progresar y vivir en paz, debe poner manos a la obra”. Pongamos lo nuestro para que Corrientes sea la ‘casa de todos’ y no de unos pocos. Seamos justos.

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